En el sector de Barsequillo, en la carretera Sánchez, negocios dedicados a la recolección y venta de chatarra han ocupado aproximadamente 1.5 kilómetros de la vía pública. Estas metaleras, en su mayoría operando de manera irregular, se extienden hasta las aceras, bloqueando el paso de peatones y generando preocupaciones tanto para la comunidad como para el medio ambiente.
Los comerciantes informales recogen y venden diversos tipos de metales, desde hierro hasta bronce, a un precio promedio de 12 pesos por kilo. Aunque algunos de estos negocios llevan más de 30 años en la zona, otros han surgido recientemente, y la mayoría no cuenta con la debida regulación.
El almacenamiento de estas chatarras varía: mientras algunos metales son rápidamente trasladados a sus destinos finales, otros permanecen almacenados durante años. A pesar de las posibles consecuencias ambientales, los dueños de estas metaleras insisten en que su actividad no causa daño ni a la salud ni al entorno.
Sin embargo, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) ha señalado que metales pesados como el plomo, presentes en este tipo de actividades, son altamente contaminantes y representan un riesgo significativo para la salud y la biodiversidad.
Los comerciantes aseguran estar dispuestos a reubicarse si las autoridades lo exigen, aunque subrayan que no todos los lugares son adecuados para este tipo de negocio. La comunidad, por su parte, muestra preocupación por los posibles efectos negativos de la presencia de estas metaleras en la zona.
