Con las urnas a punto de abrir, los estadounidenses están llamados a elegir entre la vicepresidenta Kamala Harris y el expresidente Donald Trump en unas elecciones que mantienen al país y al mundo en vilo. Ambos candidatos han intensificado sus llamados al voto en los estados clave, como Pensilvania, donde sus mítines han destacado por mensajes de unidad en el caso de Harris, y de mano dura contra la inmigración en el caso de Trump. Las encuestas reflejan un empate técnico, y más de 80 millones de ciudadanos ya han emitido su voto anticipado, un récord histórico que podría definir el resultado.
La seguridad ha sido una prioridad máxima, con la Guardia Nacional en alerta en varios estados y botones de emergencia distribuidos en centros de votación para proteger a trabajadores electorales y votantes. En estados clave como Arizona y Georgia, los centros de votación han reforzado las medidas de seguridad con patrullaje aéreo y sistemas de vigilancia las 24 horas, anticipando cualquier altercado o intento de intimidación durante el proceso. La tensión se ha exacerbado por las declaraciones de Trump, quien cuestiona la integridad electoral y ha insinuado que solo podría perder por fraude, generando temores de disturbios.
La comunidad internacional observa con inquietud, mientras Estados Unidos se prepara para unos comicios con alta polarización y posibles repercusiones globales en temas comerciales, la guerra en Ucrania, y conflictos en Oriente Medio. En la capital, los alrededores de la Casa Blanca están tabicados, recordando la insurrección de 2021 y los desafíos de seguridad que persisten para esta nación.
