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República Dominicana despide entre lágrimas al merenguero Rubby Pérez

Con el corazón roto y la voz temblorosa, Zulinka Pérez, hija del fallecido merenguero Rubby Pérez, entonó una canción en honor a su padre durante el velatorio celebrado este jueves en el Teatro Nacional Eduardo Brito, donde la emoción y el respeto marcaron cada instante de la ceremonia.

“Canté con el alma porque sé que él estaba ahí, acompañándome desde el cielo”, expresó Zulinka, visiblemente afectada, mientras las lágrimas recorrían su rostro. El artista, quien perdió la vida en el trágico colapso de la discoteca Jet Set el pasado 8 de abril, fue despedido por figuras de la música, autoridades del Estado y cientos de ciudadanos que abarrotaron el recinto.

Una despedida con honores

El presidente Luis Abinader, acompañado de la primera dama Raquel Arbaje, y los ministros José Ignacio Paliza y Roberto Ángel Salcedo, encabezaron la guardia de honor frente al ataúd del intérprete de “Volveré”, quien recientemente había sido homenajeado durante los Premios Soberano en ese mismo escenario.

“Era más que un cantante, era una voz que representaba la esencia del merengue dominicano”, expresó Salcedo, organizador de las honras fúnebres.

La ceremonia inició a las 10:00 de la mañana y permitió que familiares, artistas y seguidores se acercaran a rendir tributo al ícono de la música popular. Juan Luis Guerra, Eddy Herrera, Frank Ceara, Niní Cáffaro y Marcel, entre otros colegas, participaron del homenaje.

Un pueblo conmovido

El Teatro Nacional resultó pequeño ante el deseo colectivo de decir adiós. “Déjenme verlo, era mi artista preferido”, gritaba entre sollozos una mujer que logró acercarse brevemente al féretro.

Al concluir la despedida pública a las 4:00 de la tarde, los restos de Rubby Pérez serán trasladados al parque cementerio Puerta del Cielo, donde recibirá cristiana sepultura a las 5:00 p.m.

Rubby Pérez, conocido como “la voz más alta del merengue”, deja un legado de décadas de música y emoción. Su partida ha dejado un vacío en el alma nacional, pero también una huella imborrable en la historia del arte dominicano.

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