El endurecimiento de las redadas migratorias en Estados Unidos ha encendido las alarmas entre empresarios y trabajadores, particularmente en sectores como la agricultura, hotelería y la construcción, donde una gran parte de la fuerza laboral está compuesta por inmigrantes, muchos de ellos latinos. Aunque se había anunciado una pausa temporal, nuevas declaraciones del Departamento de Seguridad Nacional han devuelto el miedo y la incertidumbre, afectando el rendimiento y la planificación en cientos de negocios.
Las medidas más agresivas ordenadas por el expresidente Donald Trump incluyen una cuota de 3,000 arrestos diarios por parte del ICE, una cifra muy superior a la de meses anteriores. Estas acciones han llevado a que trabajadores se ausenten por temor, a que industrias queden con personal reducido y a que empresas de alimentos y productos lácteos enfrenten crisis operativas. En un caso, una lechería de Nuevo México pasó de 55 empleados a solo 20 tras una redada.
Diversos sectores empresariales han advertido que esta política, lejos de proteger la economía, la está debilitando. El 75% de los votantes estadounidenses, incluso una mayoría de simpatizantes de Trump, reconocen que los inmigrantes indocumentados desempeñan labores que los ciudadanos no están dispuestos a hacer. En un contexto de baja tasa de desempleo, las redadas no solo ponen en riesgo a trabajadores, sino que comprometen el crecimiento económico y aumentan los costos de operación en múltiples sectores.
