Durante un encuentro con católicos en Trieste, Italia, el papa Francisco expresó su preocupación por el estado actual de la democracia en el mundo, afirmando que «no goza de buena salud». En su discurso, criticó el abstencionismo y el auge de los populismos, subrayando la importancia de la participación activa y crítica de los ciudadanos desde una edad temprana.
El pontífice recordó la definición del beato Giuseppe Toniolo de 1907 sobre la democracia como un sistema en el que todas las fuerzas sociales, jurídicas y económicas cooperan por el bien común y en ventaja de las clases bajas.
Francisco señaló varias «heridas» de la democracia contemporánea, como la corrupción, la ilegalidad y la exclusión social. Criticó la «cultura del descarte» que margina a los pobres, los enfermos y los más vulnerables, afirmando que «cada vez que alguien es marginado, todo el cuerpo social sufre».
El papa también destacó su preocupación por la baja participación electoral, sugiriendo la necesidad de educar a los jóvenes en la importancia de la participación democrática para resistir las tentaciones ideológicas y populistas. Enfatizó que la verdadera democracia no se reduce simplemente al voto, sino que requiere condiciones para una participación plena y consciente.
Francisco también resaltó la contribución del cristianismo al desarrollo cultural y social, especialmente en cuestiones de vida y dignidad humana. Criticó ciertas formas de asistencialismo que no respetan la dignidad de las personas, calificándolas como «hipocresía social» y «enemigas de la democracia».
Finalmente, el papa llamó a los católicos a ser valientes en expresar su fe y a proponer justicia y paz en el debate público, destacando que la indiferencia es un «cáncer de la democracia».
