Una ola de violencia sacudió dos vecindarios de clase alta en la capital de Haití durante la madrugada del lunes, dejando a su paso una escena de horror con al menos una docena de muertes reportadas en las zonas afectadas.
Los pandilleros irrumpieron en comunidades de Laboule y Thomassin, saqueando viviendas y sembrando el pánico entre los residentes, quienes clamaron desesperadamente por la intervención policial a través de emisoras de radio locales.
Estos vecindarios, que habían permanecido relativamente tranquilos a pesar del reciente aumento de la violencia en Puerto Príncipe, se vieron sorprendidos por la brutalidad de los ataques.
Testigos presenciales informaron que al menos doce hombres yacían sin vida en las calles de Pétionville, generando conmoción y consternación entre los habitantes. Entre los cuerpos encontrados, se observaban escenas desgarradoras, como un hombre rodeado de cartas desparramadas y otro hallado sin vida dentro de un «tap-tap», un tipo de taxi local.
La comunidad se vio conmocionada y consternada por la violencia desatada, mientras que las autoridades locales se apresuraban a retirar los cuerpos de las calles antes de que los niños salieran hacia la escuela y los vendedores comenzaran a llegar.
Estos recientes ataques refuerzan los temores de que la violencia de las pandillas persistirá, a pesar de los intentos del primer ministro Ariel Henry de calmar la situación mediante su renuncia y la creación de un consejo presidencial, una de las demandas de los grupos delictivos.
Mientras tanto, la crisis se agrava con la destrucción de infraestructura vital, como las subestaciones eléctricas, dejando a gran parte de Puerto Príncipe sumida en la oscuridad y afectando incluso la capacidad de los hospitales para brindar atención.
La situación en Haití sigue siendo tensa y volátil, con la población enfrentando no solo la violencia de las pandillas, sino también la escasez de alimentos y la dificultad para acceder a la ayuda humanitaria. A pesar de los esfuerzos del gobierno para imponer un toque de queda nocturno extendido, la inseguridad y la incertidumbre persisten en el país caribeño.
