El ambiente en las afueras de la Penitenciaría Nacional de La Victoria sigue siendo tenso y desolador una semana después del trágico incendio que cobró la vida de 13 personas y dejó a muchas más en estado crítico. Madres y padres se congregan frente al penal en busca de respuestas sobre el paradero y estado de sus seres queridos, solo para encontrarse con la incertidumbre y la desinformación.
Para muchos, como la señora Carmen de la Cruz, la única esperanza es saber si sus hijos están vivos o muertos, pero las autoridades no han proporcionado información clara y precisa. De la Cruz relató su angustia al no recibir llamadas de su hijo desde el incendio y recibir informaciones contradictorias sobre su paradero.
El traslado de presos desde La Victoria solo ha aumentado la confusión y la preocupación entre las familias. Aunque la Dirección General de Servicios Penitenciarios y Correccionales ha revelado que se han trasladado 772 reclusos a diferentes centros, los familiares se quejan de la falta de aviso previo y la falta de claridad sobre el destino final de los presos.
La inconformidad es evidente entre los familiares, quienes se sienten abandonados y desamparados por las autoridades. La falta de comunicación y transparencia agrava una situación ya de por sí difícil, dejando a las familias en un estado de angustia y desesperación en busca de respuestas concretas sobre sus seres queridos.
