Haití enfrenta una crisis sin precedentes marcada por la violencia extrema de bandas armadas, el desplazamiento masivo y un colapso humanitario que afecta a millones. Entre julio y septiembre de este año, la violencia dejó más de 1,200 muertos y cientos de heridos, con bandas como la coalición «Vivir Juntos», liderada por Jimmy Cherizier, alias ‘Barbecue’, controlando el 80% de Puerto Príncipe. Este caos también ha afectado operaciones esenciales, como el cierre del aeropuerto Toussaint Louverture, y ha llevado a la ONU a suspender temporalmente la entrega de ayuda humanitaria.
La llegada de la Misión Multinacional de Apoyo a la Seguridad (MMAS), liderada por Kenia, no ha logrado cambiar el panorama. Las bandas armadas continúan dominando vastas áreas, mientras miles de personas se ven obligadas a huir de sus hogares. Además, Haití permanece sin elecciones desde 2016, y la destitución reciente del primer ministro Garry Conille por tensiones internas en el Consejo Presidencial de Transición añade mayor incertidumbre política. Su reemplazo, Alix Didier Fils-Aimé, prometió priorizar la seguridad, la economía y unas elecciones planificadas para noviembre de 2025.
Con una combinación de violencia desenfrenada, inestabilidad política y falta de recursos básicos, el país más empobrecido de América enfrenta una de sus peores crisis, dejando en evidencia la urgente necesidad de cooperación internacional y una hoja de ruta clara para la reconstrucción.
