
En Haití, un país donde los rituales funerarios son profundamente respetados, cada día se vuelve más difícil despedir a los seres queridos asesinados por la violencia de las pandillas. En la capital y otras regiones, la situación es alarmante, con cuerpos abandonados en las calles debido al peligro de recogerlos.
Vestidos de blanco y negro, adolescentes enojados se reunieron en una estrecha calle de la capital haitiana para llevar el ataúd de su amigo de 16 años, Jhon-Roselet Joseph, quien fue asesinado por una bala perdida en su comunidad de Solino. Cantando en criollo haitiano, acusaron a la pandilla «Vivir Juntos» de su muerte.
Haití ha registrado más de 2,500 muertes o heridos en los primeros tres meses del año, según Naciones Unidas. La violencia ha llevado a que los cuerpos de las víctimas sean dejados en las calles, donde se descomponen, ya que muchas áreas son demasiado peligrosas para recuperarlos. A pesar del riesgo, algunos, como los amigos y familiares de Joseph, desafían el peligro para brindar un entierro digno a sus seres queridos.
La muerte y la vida están estrechamente entrelazadas en la cultura haitiana, donde se cree que los cuerpos necesitan un lugar de descanso formal para que los espíritus puedan pasar al más allá. En un reciente funeral, músicos tocaron tambores y trompetas mientras familiares y amigos de Joseph ingresaban al cementerio con su ataúd.
Joseph fue asesinado tras salir de una barbería. Su primo, Frantz Paulson, comentó sobre la dificultad de enterrar a sus familiares en medio de la violencia, habiendo perdido a su hermano y a su madre en circunstancias similares. Solino, un sector estratégico de Puerto Príncipe, ha sido repetidamente atacado por pandillas, y sus líderes han tomado medidas para controlar quién entra al vecindario.
A pesar de la adversidad, la comunidad de Solino se mantiene firme, resistiendo la violencia pandillera. José fue enterrado una semana después de su muerte, en un cementerio accesible a pesar de los bloqueos pandilleros. El pastor Claudy Midy, propietario de la funeraria que organizó el entierro, resaltó la importancia de los funerales en Haití, especialmente para los jóvenes, ofreciendo consuelo a las familias en medio del caos.