El gobierno del expresidente Donald Trump completó la eliminación del 90% de los programas de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), según informó el secretario de Estado Marco Rubio. La reestructuración, iniciada mediante una orden ejecutiva el 20 de enero, buscó frenar el gasto en asistencia exterior, alegando que muchos programas eran innecesarios o contrarios a los intereses nacionales de EE.UU.
Rubio anunció que solo el 18% de los proyectos sobrevivientes serán transferidos al Departamento de Estado para su administración. Sin embargo, la rapidez del cierre ha generado críticas por parte de exfuncionarios diplomáticos y organizaciones de ayuda, quienes advierten que la medida podría dejar a millones de personas vulnerables en países aliados sin acceso a asistencia humanitaria, mientras otras potencias como China y Rusia aprovechan el vacío dejado por EE.UU.
La decisión también ha provocado incertidumbre entre contratistas y empleados de USAID, muchos de los cuales aún esperan pagos atrasados y asistencia para regresar a sus países. Legisladores demócratas y grupos internacionales han calificado la medida como ilegal, argumentando que el cierre de programas financiados por el Congreso requiere su aprobación.
