OpiniónRamón Colombo

Fogaraté La ternura perdida

Llegáronse al parque los amantes. Con ternura. A plena luz de una tarde ancha, luminosa y fresca. Una tarde para la ternura. Ella sentada en la yer­ba, a piernas extendi­das. El, recostado en su regazo. Los amantes de hoy, de ayer y de siempre, los amantes del amor que vindica el inalienable derecho a la ternura, que se resume en un ligero beso a flor de la­bios…En eso llega un policía que les or­dena tajantemente cancelar el beso, porque «es una falta a la moral pública». (Lo vi ayer en la tarde. Y de pronto me llené de espanto: sucede que aquí lo inmoral es la ternura pública de los amantes que aman el amor, ¡la realización más alta de lo humano!).

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