
El Gobierno de Estados Unidos ha aceptado formalmente un Boeing 747 ofrecido por Catar para ser utilizado como futura aeronave presidencial, según confirmó el portavoz del Pentágono, Sean Parnell. La decisión, respaldada por el secretario de Defensa Pete Hegseth, se toma bajo el compromiso de adaptar la nave a los más altos estándares de seguridad y requisitos funcionales exigidos para el Air Force One, aunque aún hay dudas sobre el costo y el tiempo que tomaría dicha transformación.
La aceptación ha generado controversia en Washington. Aunque el presidente Donald Trump elogió el gesto y negó que se trate de un regalo personal, varios sectores políticos han expresado preocupaciones legales y de seguridad nacional. Desde el Congreso, senadores demócratas y republicanos han advertido sobre posibles conflictos de intereses, influencia extranjera y riesgos de espionaje, argumentando que recibir este tipo de obsequios de gobiernos aliados puede abrir brechas en la protección de información confidencial.
El avión fue ofrecido en medio de retrasos con el proyecto oficial de Boeing para construir dos nuevos Air Force One, contratados desde 2018 pero aplazados hasta 2029. A pesar del entusiasmo del exmandatario, expertos calculan que adaptar el jet catarí podría costar cientos de millones de dólares y tomar al menos dos años, lo que pone en duda la viabilidad práctica del ofrecimiento.