En Japón, un sonado escándalo de fondos secretos está generando caos en el Gobierno y debilitando al impopular primer ministro Fumio Kishida. Las investigaciones en curso ya han llevado a una remodelación del gabinete, mientras que la sombra de la corrupción se cierne sobre el Partido Liberal Democrático (PLD).
Fumio Kishida, quien prometió actuar «con la rapidez de una bola de fuego», ha tenido que lidiar con la salida de cuatro ministros hasta ahora, y la purga continúa. El escándalo, centrado en la facción conservadora Seiwa Seisaku Kenkyukai, ha revelado prácticas fraudulentas que permitieron a miembros del partido enriquecerse ilegalmente mediante sobreprecios en eventos de recaudación de fondos.
Dos prominentes miembros de la facción Seiwa Seisaku Kenkyukai, que históricamente ha tenido un fuerte impacto en las decisiones del partido, fueron instados a renunciar por el primer ministro. Este grupo conservador, liderado anteriormente por el fallecido ex primer ministro Shinzo Abe, está en el centro de la investigación sobre fondos secretos.
El escándalo ha desencadenado un ambiente de pánico en el PLD, que ha dominado la política japonesa durante décadas. La facción Seiwa está siendo investigada, y los fiscales han allanado su sede en busca de evidencia. La prensa local especula sobre la posibilidad de que esta crisis debilite al partido, y algunos incluso se preguntan si el primer ministro Kishida podría caer bajo la presión de la situación.
Aunque teóricamente Kishida podría permanecer en el poder hasta 2025, su popularidad sigue en declive, y la crisis podría llevarlo a convocar elecciones anticipadas el próximo otoño. El destino del Gobierno japonés dependerá de la capacidad del PLD para abordar la corrupción y reformar su imagen política.
