
En los distritos municipales de la costa este dominicana, la pesca y venta de anguilas prejuveniles ha transformado significativamente la economía local. Esta actividad, que apenas se descubrió a finales de 2019, ha generado un dinamismo inesperado entre los habitantes que solían enfrentar dificultades económicas diarias. Los pescadores, equipados con trasmallos y linternas, se preparan desde la tarde para pasar la noche capturando estos pequeños peces, que pueden alcanzar un valor de hasta RD$90,000 en una sola noche de pesca.
La rutina nocturna comienza al atardecer en comunidades como Sabana de la Mar, provincia de Hato Mayor, donde cientos de personas se dirigen a las desembocaduras de ríos armados con coladores y sacos. La pesca de angulas, conocidas por su nombre científico Anguilla Rostrata, no solo ha encontrado un mercado lucrativo en países como Asia y Europa, sino que también ha proporcionado ingresos considerables a los lugareños.
Sin embargo, este auge económico no está exento de desafíos. La sobreexplotación de las anguilas y la disminución en su cantidad han llevado a una caída en los precios y a preocupaciones sobre la sostenibilidad a largo plazo de esta práctica. A pesar de ello, el negocio sigue siendo una fuente crucial de ingresos para muchas familias locales, quienes dependen de esta actividad para mejorar sus condiciones de vida en una región donde el trabajo nocturno ha redefinido la vida laboral comunitaria.