
Las tensiones comerciales entre China y Estados Unidos volvieron a escalar tras la imposición de un nuevo arancel del 34 % por parte del gobierno de Donald Trump a productos chinos. Esta medida se suma a los gravámenes del 20 % ya vigentes, elevando la carga tributaria sobre las importaciones chinas a un mínimo del 54 %. En respuesta, el Ministerio de Comercio de China expresó su «firme oposición» y prometió represalias para defender los intereses del país asiático.
China ya había reaccionado en marzo con aranceles del 10 % y el 15 % a productos agropecuarios estadounidenses, tras los gravámenes iniciales de Trump. La relación comercial entre ambas potencias ha sido tensa desde la primera presidencia del mandatario estadounidense (2017-2021), cuando impuso aranceles por 370.000 millones de dólares anuales a exportaciones chinas, provocando respuestas similares de Pekín.
Además, Washington amplió la medida a otros países donde se han relocalizado fábricas chinas, imponiendo aranceles del 46 % a Vietnam, 49 % a Camboya y 48 % a Laos. Esta estrategia busca frenar la salida de productos chinos por medio de terceros países, en un nuevo capítulo de la guerra comercial entre ambas naciones.