En una ceremonia marcada por un proceso de transición turbulento, Bernardo Arévalo asumió la presidencia de Guatemala, prometiendo poner fin al autoritarismo. La investidura se llevó a cabo con la entrega de la banda presidencial por parte del presidente del Congreso, Samuel Pérez Álvarez.
En su primer discurso como presidente, Arévalo proclamó: «Nunca más el autoritarismo». Agradeció al pueblo de Guatemala por demostrar su sabiduría y destacó el papel de instituciones como la Corte de Constitucionalidad y el Tribunal Supremo Electoral en la protección de la voluntad soberana de los guatemaltecos de vivir en democracia.
El nuevo mandatario, junto con Pérez Álvarez, es uno de los fundadores del Movimiento Semilla, surgido de las manifestaciones contra la corrupción en 2015. Estas protestas llevaron a la caída del Gobierno de Otto Pérez Molina. Arévalo expresó su agradecimiento a los jóvenes de Guatemala por su perseverancia y a los pueblos indígenas por defender la democracia.
La ceremonia, celebrada en el Teatro Nacional Miguel Ángel Asturias, contó con la entrada de Arévalo al son del concierto para violín y orquesta «La Primavera» de Antonio Vivaldi. A pesar de las más de diez horas de retraso en la ceremonia, Arévalo caminó entre aplausos y sonrisas, acompañado de su esposa, Lucrecia Peinado.
El presidente recién investido anunció la llegada de una «nueva primavera», comparándola con el período de desarrollo experimentado durante el Gobierno de su padre, Juan José Arévalo Bermejo, entre 1946 y 1951.
Desde su destacada posición en la primera vuelta de las elecciones presidenciales, Arévalo y el Movimiento Semilla enfrentaron persecuciones por parte del Ministerio Público y magistrados del Tribunal Supremo Electoral. Estas acciones buscaban revertir su victoria en las urnas, marcando así el complejo camino hacia la investidura presidencial.
