La comunidad banileja ha reaccionado enérgicamente ante la reciente aprobación de un proyecto de ley por el Senado de la República que declara las Dunas de Las Calderas como Parque Nacional. La iniciativa, presentada por el senador Milcíades Franjul, busca la preservación de este recurso ecológico crucial.
Muchos habitantes de Baní han celebrado esta decisión, considerando que podría proporcionar la protección necesaria que han solicitado durante décadas. Fabio Fernando Herrera, miembro de Alianza Banileja, expresó su satisfacción, destacando que esta medida garantizará la integridad y permanencia de las dunas.
Ismael Díaz Melo, ambientalista y miembro de la Sociedad de Arquitectos de Baní, también se mostró optimista, aunque advirtió que la declaración de un área protegida debe ir acompañada de garantías gubernamentales para su preservación. Díaz Melo señaló que las Dunas han sido una de las zonas más agredidas y robadas del país, y elogió la iniciativa del senador Franjul y el apoyo de los legisladores.
Por otro lado, Alexis Agramonte, de la Sociedad Ecológica Banileja, expresó dudas sobre la efectividad de la nueva categoría para frenar la depredación del área. En Las Calderas, donde se han reportado extracciones clandestinas de arena y tala de bosques, permanecen alambradas extensas que parcelan las dunas para actividades agrícolas.
El Ministerio de Medio Ambiente ha anunciado un plan de co-manejo y medidas de protección, que incluyen la instalación de torres de vigilancia y casetas. Sin embargo, un recorrido reciente mostró que los avances en estos trabajos son limitados, con solo una de las tres torres en construcción y reparaciones en el mirador y la oficina principal.
La noticia de la declaratoria ha causado alarma en la comunidad de Las Salinas, donde se han distribuido notificaciones de desalojo a residentes en áreas consideradas protegidas. Carlos González, exregidor de Baní, criticó la medida, afirmando que la comunidad ha coexistido y cuidado de las dunas por siglos. Ney Melo, otro residente, expresó su indignación, señalando que el problema radica en Las Calderas y no en Salinas, donde los habitantes protegen activamente el área.
