
Hamas lanzó miles de cohetes y envió a decenas de combatientes a poblaciones israelíes cerca de la Franja de Gaza en un sorpresivo ataque matutino durante una importante festividad judía el sábado, en el que mató a decenas de personas y causó estupor en el país. Israel dijo que estaba en guerra con Hamas y bombardeó Gaza, jurando cobrar un “precio sin precedentes”.
En un asalto de una amplitud asombrosa, los hombres armados de Hamas irrumpieron en 22 localidades fuera de la Franja de Gaza, incluidas ciudades y otras comunidades situadas hasta 24 kilómetros (15 millas) de la frontera de Gaza. En algunos lugares rondaron durante horas, acribillando a civiles y soldados mientras el ejército israelí organizaba una respuesta. Los tiroteos continuaron hasta bien entrada la noche, y los combatientes retuvieron rehenes en dos ciudades.
El servicio nacional de rescate de Israel dijo que al menos 200 personas murieron y 1.100 más resultaron heridas, lo que lo convierte en el ataque más mortífero en Israel en décadas. Del lado palestino, al menos 198 personas han muerto en la Franja de Gaza y 1.610 han resultado heridas en las represalias israelíes, según el Ministerio de Salud palestino.
Un número indeterminado de soldados y civiles israelíes también fueron tomados como rehenes y trasladados a Gaza, un asunto enormemente delicado para Israel.
El asalto amenazaba con escalar a un conflicto más amplio, ya que Israel ha prometido fuertes represalias. Enfrentamientos anteriores entre Hamas e Israel han provocado muerte y destrucción generalizada en la Franja de Gaza y disparos de cohetes hacia Israel durante días. La mezcla es potencialmente más volátil ahora, ya que el gobierno de extrema derecha de Israel se verá sacudido por las fallas en materia de seguridad, y los palestinos están desesperados por una ocupación interminable en Cisjordania y por el bloqueo en Gaza.
Al caer la noche, los ataques aéreos se intensificaron, arrasando varios edificios residenciales con gigantescas explosiones, entre ellos una torre de 14 pisos que albergaba decenas de apartamentos, así como oficinas de Hamas en el centro de Ciudad de Gaza. Israel lanzó una advertencia momentos antes, y no había reportes sobre víctimas por el momento.
Poco después, una andanada de cohetes de Hamas contra el centro de Israel alcanzó cuatro ciudades, entre ellas Tel Aviv y un suburbio cercano, donde dos personas resultaron heridas. A lo largo del día, Hamas disparó más de 3.500 cohetes, según el ejército israelí.
La fuerza, complejidad y sincronización del ataque del sábado causaron estupor en los israelíes. Los combatientes de Hamas utilizaron explosivos para abrirse paso a través de la cerca que encierra el territorio y luego cruzaron en motos, camionetas, parapentes y lanchas a motor por la costa.
En algunos poblados israelíes se veían cuerpos de civiles. En la carretera que sale de la ciudad de Sederot, una mujer yacía muerta en el asiento de su coche. Al menos nueve personas asesinadas a tiros en una parada de autobús de la ciudad estaban tendidas en camillas en la calle. Una mujer, gritando, abrazaba el cuerpo de un familiar tendido bajo una sábana junto a una motocicleta derribada; mientras se la llevaban, recogió del suelo el casco de la persona muerta.
Las fotos de The Associated Press mostraban a una anciana israelí secuestrada y rodeada de hombres armados que la llevaban hacia Gaza en un carrito de golf y a otra mujer apretujada entre dos combatientes en una motocicleta. Imágenes en redes sociales también mostraban a combatientes haciendo desfilar por las calles de Gaza lo que parecían ser vehículos militares israelíes capturados.
“Estamos en guerra”, dijo el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, en un discurso televisado en el que declaró la movilización militar masiva. “No una ‘operación’, no un ‘asalto’, sino en guerra”.
“El enemigo pagará un precio sin precedentes”, añadió, y prometió que Israel “responderá con fuego de una magnitud que el enemigo no ha conocido”.
Por su parte, el jefe del ala militar de Hamas, Mohammed Deif, dijo que el ataque era en respuesta al bloqueo de Gaza, las incursiones israelíes a ciudades de Cisjordania durante el último año, la violencia en Al Aqsa —el sitio sagrado de Jerusalén que los judíos llaman el Monte del Templo—, los constantes ataques de colonos judíos contra palestinos y el crecimiento de los asentamientos.