
De no ser por el virus del dogmatismo extrañaría que sectores que dicen defender e históricamente han estado al lado de las libertades y de los más sanos intereses cuestionen los servicios brindados por la Usaid en República Dominicana y decenas de países solo por el sello o la procedencia estadounidense de la agencia.
Y lo más paradójico es que por cuestiones supuestamente ideológicas se ha preferido hacer causa común con el presidente Donald Trump y el magnate Elon Musk, quienes la calificaron de criminal, antes que ver los aportes de la entidad a la lucha contra el hambre, las enfermedades, el VIH, la corrupción y en beneficio de la transparencia, las libertades y el respeto de los derechos humanos. Ignoran que Musk también la tildó de corrupta y de ser un “nido de víboras de marxistas de izquierda radical que odian a Estados Unidos”.
Si bien con sus críticas, políticos se remontan a los tiempos de la guerra fría, en largo viejo por un pasado que hace mucho quedó atrás, hay otros que al menos por estos lares no le perdonan su contribución económica a movimientos como Participación Ciudadana, a los que culpa de su desgracia por las denuncias y la creciente campaña contra la corrupción, la impunidad y otros males a través de Marcha Verde. Esos sectores han tratado, en vano, de manchar la reputación de profesionales de la comunicación que se han identificado con causas y no con intereses de ninguna índole.
Vale la salvedad de que antes que una deshonra es un honor trabajar en algunos de los programas que ejecutaba la Usaid en este país. En apoyo a la agencia, creada como brazo humano y solidario de Estados Unidos durante el Gobierno de John Kennedy, un liberal, se debe reconocer su contribución en la lucha contra el hambre, el desarrollo de múltiples programas sanitarios, orientación sobre los embarazos prematuros y en la solución de muchos otros males propios de la pobreza. Para más son muchos los medios de comunicación que hasta en los propios Estados Unidos han subsistido gracias a los fondos de la satanizada agencia.
Con el cierre bajo el calificativo de criminal todos esos programas sociales y contribuciones para afianzar los pilares del sistema democrático declinan en beneficio de controles establecidos por regímenes de fuerza como los de Venezuela, Nicaragua y Cuba. Y otros de la misma calaña aunque se vistan con otro ropaje. Para la prensa independiente ha sido un duro golpe. Plataformas creadas por periodistas mal vistos por Gobiernos encontraron en Usaid un balón de oxígeno para que ahora Trump se lo ha retirado no solo por la orientación que atribuye a la agencia, sino porque quiere afianzarse como quien es.