
Rusia disparó por primera vez un misil balístico intercontinental contra Ucrania, marcando un nuevo nivel de tensión en el conflicto que inició en 2022. El ataque, lanzado desde la región rusa de Astracán, tuvo como objetivo la ciudad de Dnipró, afectando infraestructuras críticas, un centro de rehabilitación y viviendas. Aunque el misil puede transportar ojivas nucleares, las autoridades confirmaron que no contenía carga nuclear. La defensa aérea ucraniana logró interceptar seis misiles, sin precisar si uno de ellos era el balístico.
El Kremlin evitó confirmar el lanzamiento, mientras que el portavoz Dmitry Peskov aseguró que Rusia hará todo lo posible para prevenir una guerra nuclear, instando a otros países a actuar con responsabilidad. Por su parte, Ucrania sigue empleando misiles de largo alcance proporcionados por sus aliados occidentales, como los Storm Shadow suministrados por Reino Unido. Esta situación evidencia una escalada en el uso de armamento avanzado en ambas partes del conflicto.
Dos personas resultaron heridas en el ataque, según el gobernador de Dnipró, Sergii Lisak. El bombardeo intensifica un intercambio de misiles de largo alcance entre ambos países, especialmente después de que Washington y Londres autorizaran el uso de armas de fabricación estadounidense y británica por parte de Ucrania.