
La noche del pasado miércoles 20 de diciembre, un joven delincuente llevó la inseguridad a niveles alarmantes al atracar a un niño de 13 años en plena calle. El incidente ocurrió cerca de las 9:40 p.m. cuando el menor estaba en la galería de su hogar. El delincuente, ya conocido por la familia, lo encañonó exigiendo dinero y generando un momento de terror.
El atracador, visiblemente ansioso, escondió el arma debajo de su ropa y, a pesar de la negativa inicial del niño, insistió en buscar dinero en la casa. La situación se prolongó, y el delincuente, aparentemente nervioso, llegó a preguntar sobre la composición familiar y la llegada de otros familiares. El niño, temiendo por la seguridad de su familia, improvisó una historia para convencer al atracador de que no esperara a otras personas.
Finalmente, tratando de calmar la situación, el niño ofreció al delincuente algo de comer, sugiriendo pan con queso y mayonesa. Aunque inicialmente rechazó la oferta, el atracador acabó aceptando y consumiendo el improvisado refrigerio. Después de este acto, se retiró.
Al llegar a casa, el niño narró la experiencia con lágrimas y expresó su deseo de mudarse debido al miedo generado por la inseguridad en la zona. Este incidente resalta la creciente falta de seguridad en el país, donde incluso los niños no están exentos de la violencia callejera.
El mismo delincuente, presumiblemente, ya había protagonizado un atraco anterior al hermano mayor del niño, evidenciando una amenaza constante en la localidad. La historia subraya la urgencia de abordar el problema de la delincuencia juvenil y la inseguridad ciudadana que afecta a comunidades enteras.