
Un informe desde Gaza revela una situación desgarradora para las mujeres, que se ven obligadas a dar a luz en las calles, enfrentan la desnutrición y sufren la carencia de productos menstruales. Raquel Martí, directora ejecutiva del comité español de la Agencia de la ONU para los Refugiados Palestinos (UNRWA), ha alertado sobre la crítica brecha en el acceso a servicios de salud, especialmente para mujeres y niños.
Los hospitales se encuentran colapsados, impidiendo la atención integral de emergencia para la salud femenina y la atención al recién nacido. Se estima que alrededor de 50,000 mujeres embarazadas en la Franja de Gaza enfrentan condiciones terribles al dar a luz, ya sea en refugios, hogares sin atención médica, calles entre escombros o centros de salud saturados.
Martí denuncia que las condiciones sanitarias empeoran diariamente, aumentando el riesgo de infecciones y complicaciones médicas debido a la falta de suministros y recursos humanos. Desde el inicio del conflicto entre Israel y Hamás, las mujeres y niñas de Gaza han experimentado afectaciones desproporcionadas, con miles perdiendo la vida de manera colateral.
Además de los impactos físicos, el conflicto afecta la salud mental de las mujeres, sometidas a una situación extrema y traumática al ser desplazadas y asumir el cuidado de familiares enfermos. La desnutrición de madres y recién nacidos se agrava por la escasez de alimentos, aumentando el riesgo de muertes maternas e infantiles.
La salud menstrual también está en riesgo, ya que la falta de materiales higiénicos aumenta la posibilidad de infecciones, especialmente en niñas. El hacinamiento en albergues y refugios ha llevado a un aumento de las tensiones familiares, con el consecuente incremento de la violencia de género, difícil de identificar y denunciar en estas circunstancias.
Raquel Martí hace un llamado urgente a un alto al fuego definitivo para evaluar las necesidades de la población y proporcionar la ayuda necesaria en esta difícil situación. La falta de servicios para detectar y abordar la violencia de género, así como el cierre de escuelas y la ausencia de apoyo psicosocial, aumentan la vulnerabilidad de mujeres y niños a abusos.